La bomba centrífuga es una bomba hidráulica (turbomáquina) que procesa el fluido de trabajo en un volumen constante en el tiempo a través de canales siempre abiertos, con un flujo típicamente estacionario (por lo tanto, no se necesitan válvulas en el interior).

Cuando el impulsor se pone en rotación, también imprime rotación al fluido (energía cinética) y una depresión en el conducto de succión que, junto con el empuje de la presión atmosférica, succiona el líquido dentro de la bomba centrífuga.
El fluido sigue una trayectoria desde el centro del impulsor hacia su periferia debido a la acción de las fuerzas centrífugas, y pasa a través de los canales de sección creciente formados por las paletas curvadas. Ya en este camino, parte de la energía cinética se transforma en energía de presión.

Al salir del impulsor, el fluido entra en la voluta, que también tiene una sección creciente, y el resto de la energía cinética se transforma en energía de presión, aumentando la prevalencia. Cuanto mayor sea la energía de presión transferida al fluido, y por lo tanto la prevalencia de la bomba, más lejos se podrá enviar el fluido de trabajo.

El rango de funcionamiento de la bomba centrífuga está estrictamente limitado a su curva característica.